Ante la Desesperanza... La Esperanza

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“Nunca me iré de tu vida, ni tú de mi corazón, aunque por otros caminos, nos lleve el destino”… Así dice el bolero compuesto por la venezolana María Luisa Escobar que lleva por nombre: “Desesperanza”; y así es la desesperanza, una suerte de resignación, de tristeza profunda, de desmotivación que impide avanzar.
El desesperanzado cree que no puede hacer nada ante la situación que vive, piensa que cuanto haga por salir de ella será inútil, y se mete en un círculo vicioso que le hace permanecer pasivo, por más dolorosos o angustiantes que sean los acontecimientos que experimenta. Está tan convencido de que no podrá cambiar las cosas que, incluso cuando muchos otros encuentran la salida, él permanece allí; como el perro de Seligman.

Martin Seligman, creador de la psicología positiva (el cual personalmente recomiendo sus libros para todo aquel que desee incursionar en este tema), realizó en la década de los 60 un experimento con perros a los que dirigía una pequeña descarga eléctrica. Ambos perros estaban enjaulados, pero solo uno tenía un botón de control para cortar la corriente. El que tenía ese control, permanecía enérgico; el otro, cabizbajo. Con el tiempo, este psicólogo norteamericano, decidió colocarle el botón de control al otro perro; pero ya era tarde, porque el otro perro no intentaba cortar la corriente, permanecía inerte ante la situación.
Esto es lo que Seligman llamó “Desesperanza o Indefensión Aprendida”; una convicción inducida por las fallas recurrentes, que hace pensar que no se puede modificar la realidad. Es por ello que no debemos quedarnos con las cosas que nos suceden, sino obtener una experiencia y actuar, siempre actuar...
La desesperanza aprendida puede afectar a un individuo o a un colectivo. En cualquier caso, se pueden seguir las recomendaciones de la psicólogo clínico, Doris González:
  • Pregúntese qué mensaje le trae esta emoción. Aprovéchelo para la reflexión y para conocerse más. Recordando que la emocionalidad rige la conducta de nuestro lenguaje y de nuestra corporalidad. 
  • Tome conciencia de sus pensamientos y emociones. Aunque parezca obvio, muchas personas no se dan cuenta de este padecimiento y lo naturalizan, les resulta normal y lógico.
  • Haga un análisis real de la situación. Ante un estado emocional alterado, es muy frecuente maximizar las situaciones. A veces por esa emocionalidad alterada cometemos juicios negativos, atropellos, insultos o actuamos de forma indebida, es muy importante tenerlo presente, ya que las palabras que causan heridas difícilmente se olvidan y no se recogen
  • Viva el AQUÍ y el AHORA. Genera más angustia imaginarse lo que sucederá que el hecho en sí que se está viviendo.
  • Modere sus conversaciones sobre la situación o hechos que le preocupan. Hable solo lo necesario, si necesita alguna información o desahogarse. No se haga eco de suposiciones, no se vuelva monotemático, busque temas de interés, agradables.
  • Evite las personas tóxicas: esas que todo lo saben, de todo se enteran, que sin darse cuenta viven diciendo: lo que viene es peor…
  • Mantenga una actitud de gratitud: enfóquese en lo que sí tiene, haga su lista de cosas buenas, le sorprenderá la longitud.
  • Observe a personas y naciones que han pasado por situaciones similares y que lograron salir adelante. Incluso piense en alguna situación muy difícil de la cual usted ya salió airoso, si pudo con aquella con esta también lo logrará.
  • Afínquese en sus afectos, sus amigos, su familia.
  • Ríase varias veces al día. El humor es meditación activa, es imposible reír y pensar. La meta es siempre estar "A Toda Felicidad"
  • Revise sus creencias religiosas. Aférrese a ellas y respete las ajenas.
Finalmente, recuerde que todo contiene su opuesto: y el de la desesperanza es… la esperanza. Hagan bien y no miren a quien como decía nuestro recordado Miguel A. Landa...
Un Abrazo

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