El Árbol de las Emociones
Siempre he escuchado el refrán de: “en
la vida es bueno escribir un libro, ten un hijo y sembrar un árbol”. Siendo un proverbio islam donde su
significado establece lo siguiente: Acerca del libro, en función de hacer
referencia a los conocimientos y saberes que pueden tener las personas mediante
experiencias e investigaciones y que dejarán a otros como trascendencia en la
vida. Es nuestro libro de la vida, así que con acciones correctas y adecuadas
en nuestra forma de vivir tendremos un bonito libro. Sobre tener un hijo, en
función de que debemos transmitir amor, seguridad, bondad, respeto a nuestros
hijos, ya que serán ellos quienes cuiden de nosotros cuando estemos viejos y
serán nuestro legado, nuestra descendencia.
Acerca de sembrar un árbol, en función de que la persona que planta un
árbol o pone la semilla del mismo para que crezca, será recompensada, cada vez
que una persona coma del fruto del árbol, repose bajo su sombra o pueda
beneficiarse de cualquier forma. Pero, que pensarías tu si al llegar a casa te
consigues con un pequeño árbol con el nombre de “El Árbol de las Emociones”. ¿Te
gustaría? Déjame explicarte de que se trata…
Día tras día, observo como la sociedad se ha ido deteriorando mediante
la pérdida de cultura, valores y principios (siendo en unos países más
acelerado que en otros), donde ya casi no convivimos, ni respetamos a los
vecinos, amigos, compañeros de trabajo, debido a esos factores. Pero, ¿Qué
pensarías si mediante ese Árbol de las Emociones nos controlara las acciones
negativas que a veces tenemos en el hogar, en la oficina o cuando circulamos
por las calles y avenidas? Simplemente controlando nuestra emocionalidad
reactiva negativa o visceral y evitar maltratos o malas palabras hacía ellos y
hacía nosotros. Ya que por cada gesto o acción negativa simplemente el árbol perderá
hojas, y al quedarse sin hojas, no solamente pierde la vida nuestro árbol, sino
que como castigo, nosotros de igual forma vamos perdiendo energía, vamos
dejando de existir. ¿Interesante verdad?
Pero vamos a conocer un poco sobre lo que es realmente las emociones.
Visto desde el punto de vista Neurológico, Psicológico, desde la Inteligencia
Emocional y desde la perspectiva del Coaching Ontológico. En primer lugar voy
hacer referencia a Facundo Manes, neurólogo y neurocientífico argentino el cual
trata a las emociones como un proceso el cual sentimos que algo importante nos
causará un bienestar, desatando un conjunto de cambios fisiológicos y de
comportamiento. Donde en nuestro cerebro, tenemos alojada la memoria emocional,
el cual tiene la capacidad de adquirir, almacenar y recuperar información
relacionada con cada una de las emociones. Claro está que esta emocionalidad
está clasificada en tristeza, rabia, miedo, alegría, ternura. Este autor,
señala en su libro “Usar el
Cerebro – Conocer nuestras mentes para vivir mejor” que el conocimiento explícito de las
situaciones depende del hipocampo, pero la memoria emotiva dependería de la
amígdala, el cual es la encargada de recolectar toda la información emocional,
siendo un mecanismo adaptativo que tiene como objetivo la supervivencia del
individuo. Es por ello que nosotros como seres humanos no tropezamos con la
misma piedra dos veces, ya que tenemos un estímulo desagradable asociado con el
dolor y nos transmite una respuesta emocional.
Por otro lado, el célebre autor Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional” señala que las emociones viene dado gracias al
poder y el objetivo del amor altruista que sentimos por las personas, más aún
cuando están dentro de nuestro círculo afectivo, de confianza o familiar, como
sea que lo denominemos. De hecho,
nuestros sentimientos, nuestras aspiraciones y nuestros anhelos más profundos
constituyen puntos de referencia ineludibles y nuestra especie debe gran parte
de su existencia a la decisiva influencia de las emociones en los asuntos
humanos. El poder de las emociones es extraordinario, señala el autor. Cuando
los sociobiólogos buscan una explicación al relevante papel que la evolución ha
asignado a las emociones en el psiquismo humano, no dudan en destacar la
preponderancia del corazón sobre la cabeza en los momentos realmente cruciales.
Son las emociones —afirman— las que nos permiten afrontar situaciones demasiado
difíciles —el riesgo, las pérdidas irreparables, la persistencia en el logro de
un objetivo a pesar de las frustraciones, la relación de pareja, la creación de
una familia, etcétera— como para ser resueltas exclusivamente con el intelecto.
Cada emoción nos predispone de un modo diferente a la acción; cada una de ellas
nos señala una dirección que, en el pasado, permitió resolver adecuadamente los
innumerables desafíos a que se ha visto sometida la existencia humana.
Entonces vemos, como nuestras actuaciones siempre están relacionadas al
impulso que nos brinda el estado emocional, siendo la amígdala la que recolecta
la información y el corazón las que nos mueve mediante respuestas inmediatas.
De igual forma, Susana Bloch, fundadora de Alba Emothing, el
cual es un método científico de inducción, modelación y vivencia de las
emociones desde el cuerpo, que permite a toda persona conectarse físicamente
con sus emociones básicas a través de unas formas de respirar determinadas,
acompañadas, a su vez, de las posturas corporales y los gestos faciales
correspondientes. La misma establece que las emociones no son ni buenas ni
malas, simplemente son. Ella clasificó las emociones básicas en seis: miedo,
rabia, tristeza, alegría, ternura y erotismo. Pero realmente ¿qué es una
emoción?, ¿es un estado del alma? ¿Una sensación física, un rubor en la cara,
una palpitación en el corazón, una inquietud en el pecho? Realmente es todo eso
y mucho más, siendo una definición muy difícil de precisar. Uno de los
conceptos utilizados por Alba Emothing para la
emocionalidad es que es un complejo y dinámico estado funcional de todo el
organismo, provocado por un estímulo externo (situaciones, personas) o interno
(recuerdos, pensamiento, imaginación), que implica la activación simultánea de:
- Un grupo particular de órganos efectores: viscerales, humorales, neuromusculares.
- Elementos expresivos: postura del cuerpo, gestos, expresión facial, vocalizaciones.
- Una experiencia subjetiva: vivencia emocional personal o feeling.
Estas experiencias emocionales que sentimos como individuos,
corresponden a estados funcionales adaptativos del organismo, que cambian según
los acontecimientos internos y externos. Es por ello que cuando nos movemos o
nos impulsamos por la emocionalidad del momento, debemos estar muy alertas con
las acciones que realizamos ya que por acción y reacción muchas veces generamos
consecuencias que luego es tarde para arrepentirnos, así que lo mejor es
siempre respirar y actuar con serenidad, bien sea que nos ganemos un premio
millonario o nos suceda algo desagradable.
Para finalizar esta investigación, observemos lo que establece Rafael
Echeverría a través de su libro “Ontología del Lenguaje” el cual señala que a través de las emociones al
igual que el lenguaje, sirve para comprender lo que corresponden al fenómeno del
comportamiento humano. Y es que gracias a las emociones que sentimos en un
momento determinado, puede controlar nuestro lenguaje, nuestra forma de
expresarnos corporalmente, la forma de caminar, actuar. Es por ello que existe
un refrán que reza: “podemos mentir con la boca, pero no con nuestro cuerpo”. Al igual que los autores anteriores,
según el estado emocional que tengamos en cualquier etapa de nuestra vida,
podemos declarar un momento de quiebre, interrumpir esas emociones que estamos
sintiendo y realizar acciones que nos permita obtener nuevos estados de ánimos
más agradable o más confortable según el contexto y situación que estamos
confrontando.
Ahora bien, ¿Qué tiene que ver todo esto con nuestro “Árbol de las Emociones”?. Sencillo, si ya conocemos que debido a
nuestra emocionalidad transmitida por el lenguaje o corporalidad nos va a
determinar una conducta determinada en nuestras vidas, mediante la información
recolectada en la amígdala e impulsada por el corazón, sería interesante que
cada hoja de nuestro arbolito, esté representada por cada labor negativa o
conducta indebida en la vida, el cual, cada vez que nosotros como individuos
cometamos un acto indebido por nuestra emocionalidad, perdería hojas
automáticamente mi árbol, restando vida al mismo y al individuo. No has escuchado
el refrán popular que dice: “Este se
levantó con el pie izquierdo”, “Yo no tengo la culpa de que estés de mal humor
para que la pagues conmigo o con todo el mundo”, “no actúes de forma visceral,
piensa con la cabeza no con el estómago”. Son expresiones que las
escuchamos cuando observamos a personas actuando desde el impulso de la
emocionalidad pero de forma negativa.
"Si no mejoro mi conducta, forma
de pensar, de reaccionar negativamente ante la gente, de forma visceral e
inapropiada, me iré restando vida automáticamente."
Esto sería genial, sobre todo para esas personas que van cometiendo
actos delictivos, fechorías, manejando de forma atropellada por las vías,
circulando en sentido contrario, no respetando las señales de tránsito. O aquellas
personas que simplemente van maltratando, insultando, irrespetando muchas veces
el derecho de las demás personas a tomar un asiento en el parque, en la unidad
de transporte o pasar primero en alguna fila. Esto se ve muchas veces en las
organizaciones, donde algunos superiores por su condición de Jefes se vuelven
Gerentes Déspotas, actuando de forma visceral o con un discurso negativo e
insultante simplemente dejándose llevar por su emocionalidad negativa.
Si esta imaginación del Árbol de las Emociones realmente existiera, obtendríamos
en poco tiempo una mejor sociedad, nos comportaríamos mejor como individuos de
mejor forma, con cultura, principios, valores y respeto.
Contribuiríamos de forma positiva al Bienestar individual y colectiva y
a la Felicidad de la sociedad y de nuestro país, necesitaríamos al FIB y no al
FBI, ya que este último es un organismo de control y seguridad nacional, pero
el FIB es la Felicidad Interna Bruta que realiza países como el Reino de Bután
el cual es un indicador que mide la calidad de vida de sus ciudadanos en
términos psicológicos, de bienestar, felicidad, productividad del individuo,
progreso, vitalidad, salud, educación, cultura, nivel de vida, respeto por el
medio ambiente y vitalidad con la comunidad.
Entonces, que debemos hacer. Cultivar en el Jardín Extraordinario que es
nuestra mente, este pequeño e importante Árbol de las Emociones. ¿Te atreves a
plantarlo?, claro que sí, ya verás que obtendremos estupendo resultados,
trascenderemos con nuestra forma de actuar, de expresarnos en nuestro hogar,
trabajo, oficina, sociedad, para así obtener un mejor lugar para compartir,
para vivir. Tener un país con un mayor índice de felicidad.
Gracias por leer mi blog´s y espero sea de agrado y contribución para
todos.
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