¡Educamos como Oso o como Águila!
Hola a todos, bienvenidos a este
nuevo artículo de reflexión a través de jonathanosuna.blogspot.com.
En esta ocasión, les quiero relatar una especie de fábula que sirve para
meditar y pensar acerca de la forma que tenemos los padres de criar a nuestros
hijos. Es una historia que me conseguí por internet, mientras investigaba sobre
unos temas de la Maestría que estudio actualmente, y quise compartir con
ustedes, sobre todo los que somos padres y los que no son también, ya que de
igual forma criamos sobrinos, primos, y en ciertas ocasiones hasta hermanos.
En fin, la historia se trata de
un señor, el cual llamaré Jesús, que tenía sus hijos y vivía a plenitud día a
día la maravilla de ser Papá, donde un día decidió ir a caminar por el bosque
para disfruta un poco del aire fresco de la montaña, con sus enormes árboles y
el crujir de las pisadas sobre las hojas secas que se encontraban en el piso,
escuchando cada sonido de la naturaleza a través del viento, los animales y el
río. Durante su recorrido, se consiguió un nido de un Águila, grande, fuerte, imponente
con sus alas y magnifico plumaje. El Águila al notar la presencia de Jesús lo
observó fijamente y le preguntó: ¿hacia dónde
te diriges? Noto en tu mirada que al igual que yo, vives la alegría de ser
papá. Y Jesús le respondió: Si ciertamente, aunque siento temor sobre el mundo
exterior, quisiera tenerlos siempre cerca, dentro de mi nido como tú lo tienes.
Entonces el Águila le pregunta
nuevamente ¿Oye, si tú fueras un animal,
cual te gustaría ser y como criarías a tus hijos?, a lo que el hombre le
respondió: Sería un oso, con mi enorme cuerpo y garras para protegerlos siempre
y en todo momento, sin dejar que nada les pase, acompañándolos a cualquier
lugar y abrazarlos cubriendo todo su cuerpo para que no sientan frío y no estén
expuestos al peligro del bosque, encargándome de darle todo lo que necesita día
tras día, defendiéndolo de los enemigos que pueda tener y nunca dejando que
pase por una situación difícil. Son mis hijos y no permitiré que pasen
situaciones difíciles como las que yo pasé, nunca dejaré que eso suceda, ya que
para eso estoy aquí, como su padre fuerte y grande como un Oso.
El águila no salía de su asombro
por lo que le había respondido Jesús, donde le contestó luego de respirar
profundamente y pensar cada una de sus palabras diciendo: Al responder el
llamado de la naturaleza para ser un Águila y construir mi nido, lo hice con la
intención de que estuvieran a salvo de ciertos depredadores, a una altura
correcta para que no nos molestarán en lo posible. Colocando ramas fuertes y
cómodas para que estuvieran a salvo mis hijos en el nido, pero también he
colocado ramas con espinas cubiertas con plumas. Esto con la finalidad de que
al crecer los pichones, quitaré todas las plumas que cubren las espinas y ellos
sientan la necesidad de no poder seguir en el nido, el cual les obligará a
construir su propio nido, como lo hice yo en aquel momento, realizando mis
hijos su mayor esfuerzo para conquistar su propio mundo que ahora les toca
vivir, dominar el vuelo, el río, la pesca, las montañas, las praderas, el
viento… los enseñe a comer pero luego los enseñé a volar, a pescar y a dominar
el arte de vivir en libertad. Si los encerrara como un Oso, les reprimiría la
esencia de ser ellos mismos, destruyendo irremediablemente su individualidad,
su poder de crecer como seres autónomos y de creer en ellos mismos, ya que el
día de mañana, ellos crecerán, tendrán sus propios nidos y criarán sus propios
pichones.
Jesús quedó atónito con las
lecciones que le había dado aquella Águila en el bosque donde antes de partir
nuevamente a su casa le dio las gracias por lo que le había enseñado el Águila,
por abrirle los ojos hacia un nuevo panorama, cambiando la forma de ver las
cosas, aprendiendo de ahora en adelante a criar a sus hijos como un Águila en
su nido.
Esta historia causó mucho impacto
en mi persona, sobre todo cuando somos padres primerizos, no queremos que nada
ni nadie perturbe a nuestros hijos y de unos cuidadores nos volvemos en unos
sobre protectores cuartando el poder que tiene el niño de poder sobrevivir a
ciertas situaciones que como niño es capaz de resolver, e ir fomentando en él,
la capacidad de ser independiente. No como el Oso, que debemos o sentimos la
responsabilidad de que hay que resolverle todo, elegirle la ropa que deben
ponerse, los zapatos, hacerles las tareas, darle la comida, ya que de estar
haciendo un beneficio, estaríamos haciendo un daño hacia el niño, creando una
dependencia muy fuerte hacia sus padres y donde tendrá fuertes choques al
momento de empezar su ciclo educativo desde el maternal, jardín, colegio… por
no tener a papá y a mamá cerca para que les haga sus cosas.
En fin, considero en este sentido,
que se tiene que ser como el Águila, enseñarlos a comer pero a luego a
sobrevivir, y cuando estén más grandes que uno vea que ya tiene la fortaleza
necesaria para ir defendiéndose y experimentando nuevas experiencias, dejar que
abran sus ala con prudencia y precaución para que emprendan su propio vuelo y
se aventuren a su mundo, a conocer y dominar todas las cosas que les toca a
vivir a cada uno de ellos.
Si los protegemos demasiado, crearíamos
unos seres indolentes, sin ánimos de luchar ni de vivir el cual más adelante
nos arrepentiríamos del error cometido, al ver a nuestros hijos como unos seres
indefensos, incapaces de resolver cualquier problema y de no poder enfrentarse
al mundo para ser personas de éxito. Todo por la impertinencia de mis propios
actos, por querer resolver todos sus problemas como padre y no dejar que ellos
aprendieran.
Al igual que la historia, después
de DIOS, yo amo a mis hijos por encima de todas las cosas, a mis pollos como me
acostumbre a decirles, el cual les enseño lo bueno y lo malo, de las cosas de
la vida y que deben aprender a luchar por las cosas que deseen lograr, a ser
personas de éxito pero sobretodo feliz con lo que hacen, que aprendan defenderse
porque Yo como padre algún día tendré que partir, ya no estarán más en mi nido
y luego ya no los acompañaré más en su vuelo, dejando las mejores lecciones de
vida dentro de sus corazones, para que cuando les toque criar a sus hijos, mis
enseñanzas, mis consejos y mis acciones, ellos las puedan transmitir y de esa
forma poder trascender. No estaré físicamente pero si en espíritu, en la fuente
que me impulsa y me motiva día a día.
Entonces querido padre, querida
madre, seamos como el Águila y vamos a esmerarnos a darles todo el amor a
nuestros hijos y a enseñarles que ellos vinieron a conquistar este mundo y que
son capaces de sobrevivir y de ser felices. Yo les confieso que he aprendido a
criar a mis hijos como Águila, aunque siempre en las mañanas y en las noches se
me escapan los abrazos de oso y arropo a mis hijos para decirles “Cuanto
los Amo”
Espero les haya gustado esta interesante reflexión, hasta la próxima oportunidad y gracias por leer mis artículos...
Namasté!!!
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